Hace tiempo compré un castillo de cartón que mi esposo y yo armándonos de valor conseguimos montar. Y aunque a primera vista parecía fácil tardamos un rato en darle sentido. Me encanta ese castillo por lo sencillo que es y por el buen rato que pasamos (como dos niños descubriendo un juguete nuevo)
He descubierto que también existen las ciudades de cartón y yo que soy una bohemia ya me imagino paseando por una de ellas y si sopla un viento fuerte ya buscaré un lugar donde esconderme!
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